Después de ver el Amazonas, Los Andes, las playas llenas de vegetación en Nuquí y la selva tropical en Tayrona, lo que menos esperaba encontrar en mi viaje a Colombia era un desierto. De ahí mi sorpresa cuando durante el vuelo a Riohacha descubrí en el mapa una gran extensión color pastel llamada La Guajira, situada en la esquina nororiental del país y que se adentra incluso en Venezuela.
En este territorio se asientan los wayúu, el pueblo indígena más importante de Colombia por cantidad (unos 150.000 habitantes, el 45 % de la población del departamento de La Guajira), y por el valor económico de su actividad artesanal. Los wayúu se han hecho famosos en los últimos tiempos por confeccionar los vistosos bolsos de colores vivos que llevan Shakira y otras celebridades que aparecen en las revistas papier maché. El boom comercial ha sido inmediato: los bolsos wayúu se venden en toda Europa y por Internet, los turistas se acercan a esta remota región para curiosear y comprar, y su éxito reporta pingües beneficios a la economía nacional.
La Guajira
Es habitual verlos guiar su rebaño de ovejas en las inmediaciones de Uribia, su capital. Ellos os alojarán en una de sus rancherías y os podrán cont...Leer más
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¿Pero quiénes son realmente los wayúu? ¿Cómo son sus costumbres y de dónde vienen sus tradiciones? Quería aprovechar mi viaje a La Guajira para meterme en la piel de un antropólogo y tener una auténtica experiencia indígena. Esperaba algo parecido a lo que ocurre en África con los masai quienes, muy conscientes de su condición de atractivo turístico, han perdido parte de su esencia aborigen en beneficio del afán comercial. Por fortuna esto no le ha sucedido a los wayúu.
Llegué a la comunidad Wayúu Nouna, en las afueras de la localidad de Maicao, con 30º a la sombra y una apariencia de no haber llovido en mucho tiempo. En la temporada seca, de mayo a julio, los problemas de sequía son graves, y además los vientos alisios levantan olas de calor difíciles de soportar. La vida en la comunidad es puramente rural. Los hombres pastorean con las ovejas y las cabras, otros siembran en los huertos o elaboran alpargatas con fuertes hilos y cordeles; las mujeres básicamente se dedican a tejer, pendientes a la vez de los hilos, los niños y la charla con las otras mujeres que le acompañan. Fue la primera vez que escuché el Wayuunaiki (guajiro en castellano), hablado por el 97% de los wayúu, procedente del tronco arawak, el más extendido de toda América. Es una de las 65 lenguas indígenas que todavía perviven en Colombia a pesar de los siglos de colonización. Sonaba fuerte, poco musical, y marcaban mucho las palabras. Los turistas por fortuna no tienen problemas para entenderse porque los wayúu hablan castellano sin problemas, aunque por estadística sólo sea el 32% de la población.
Me acerqué a una mujer a la que escuché hablar mi idioma; me llamó la atención porque para tensar el hilo y hacer las formas geométricas que quería dibujar en el bolso se ayudaba del dedo gordo del pie. Me estuvo explicando sin apartar la vista de sus hilos que en realidad hay muchos tipos de bolsos, a los que ellos llaman susu. Está el susuchon que llevan los hombres para el dinero y el tabaco; el susu de diario, que es el que han puesto de moda Shakira y compañía, elaboradas en lana, algodón fino y cordeles de vivos colores; y bolsos más grandes como la kapatera que usan los hombres para el trabajo. Resulta que cada figura que dibujan con esos cordeles tienen una representación simbólica: el ojo de un pez, el caparazón de una tortuga, las huellas de un caballo… Toda esta tradición viene de una araña, Wale Kerü, que enseñó a tejer a las mujeres wayúu. Algo así como la fábula de Aracne, pero en versión indígena.
Ella es un buen ejemplo del papel de la mujer en la sociedad wayúu, fundamental en la educación de los hijos, la formación en la artesanía y la difusión de la cultura y las tradiciones de su pueblo. Ellas se consideran personas libres con alta participación social y política. Sin embargo, y aquí viene la paradoja, en una estructura familiar tan matriarcal se admite la poligamia en el marido. Los wayúu no son el único pueblo indígena que habita esta región del norte de Colombia. Otras tantas decenas de etnias viven en zonas de difícil acceso en las estribaciones de la sierra más cercana a la costa. Algunos de estos emplazamientos son sagrados y por tanto los propios indígenas no permiten que se les visite.
Al salir de la comunidad volví a coger el 4x4 para cruzar el desierto rumbo a Cabo de Vela. Pasé por las salinas de Manaure, las más importantes del país y en otros tiempo base de la economía indígena. Subiendo y bajando las dunas, que se hacen más altas a medida que se sube en el mapa, aquello parecía estar en el fin del mundo. Y realmente esa es la sensación que uno tiene cuando se asoma a los acantilados, en horas del atardecer, completamente solo. Sólo tú y el silencio. Sólo tú y el paisaje árido que se torna rojizo a esta hora del día. Sólo tú y las olas del Caribe. Respiré hondo y entendí entonces que esta región de Colombia encierra una mística especial. La Guajira significa desconectar por completo del mundo que conocemos hecho de cemento y hormigón, viciado por intereses económicos y políticos, para reencontrarse con la pureza del paisaje, la pureza de la vida y la pureza del ser humano.